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(Fecha: 15/11/2001)

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HACIA UN FEDERALISMO COMPETITIVO Y COOPERATIVO

Firma:Pablo T. Spiller

Catedrático de la Universidad de California. Director LECG LLC
[ P ]"Deben introducirse normas para que los legisladores sean electos en forma directaö, dice Spiller

** Nota **El pacto gobernadores/Nación, que está supuestamente a punto de ser firmado por los gobernadores justicialistas debe, una vez logrados los objetivos fiscales, incluir cambios estructurales para evitar la repetición del conflicto que ha afectado a la Argentina en los últimos dos años.
La meta es que el federalismo argentino deje de ser un obstáculo al crecimiento, y se transforme en un federalismo competitivo y cooperativo, que, respetando las diferencias regionales, promueva una competencia sana entre las provincias y fomente la cooperación entre las provincias y la Nación.
Existen cuatro pilares fundamentales para un federalismo competitivo y cooperativo: respeto por las diferencias regionales; responsabilidad por aquellos aspectos no delegados a la Nación; límites a la discrecionalidad de la Nación, y, por último, separación de la representatividad regional y nacional. Sin este tipo de federalismo, la recurrencia de conflictos paralizantes, como el vivido recientemente, será inevitable.
El federalismo argentino cumple en la letra con los dos primeros requerimientos, pero en la realidad sólo se respetan las diferencias regionales. Las provincias, como es bien claro, no asumen sus responsabilidades fiscales, generando continuos déficits y "bailoutsö provinciales. El gasto provincial ha sido nacionalizado.
Para lograr un federalismo competitivo y cooperativo es necesario entender la razón del fracaso del federalismo argentino. Dos razones fundamentales: por un lado, la capacidad del Ejecutivo de tomar decisiones unilaterales y, por el otro, el poder de los gobernadores sobre la legislatura nacional

*Labertino fiscal *

** Nota **La capacidad del Ejecutivo de realizar cambios unilaterales en la implementación del Presupuesto, llevó a que el aparato político haya creado lo que Mariano Tommasi, de la Universidad de San Andrés, ha denominado "Laberinto Fiscal Federal Argentinoö. Consiste en la maraña de normas que relacionan las fuentes impositivas a los gastos. El impuesto al cheque es un ejemplo perfecto. El gobierno de la Nación propone un impuesto, los gobernadores lo aceptan, pero le imponen la condición de como se gasta. Así sucede con la gran mayoría de los impuestos, desde el IVA (el cual especifica, por ejemplo, que el 9,9% va al Sistema Nacional de Seguridad Social, y el 89% se coparticipa con las provincias), hasta el impuesto a los ingresos (del cual U$S 440 millones van directamente a las provincias; U$S 20 millones a los ATN; U$S 120 millones directamente al sistema de seguridad social; 10% a la provincia de Buenos Aires; 4% a las provincias -excepto Buenos Aires-; 66% se coparticipa, y 20% se manda también al sistema nacional de seguridad social). Esta maraña genera un sistema impositivo federal excesivamente rígido, el que financia en forma automática programas o gastos provinciales sin tomar en consideración las necesidades reales del país. Esto impide, en momentos de crisis, reasignar el gasto hacia lo socialmente indispensable, agravando los conflictos sociales.
Los gobernadores provinciales se benefician tanto del laberinto fiscal como del sistema electoral. El primero les otorga la fuerza legal para impedir cambios fiscales unilaterales por parte del Ejecutivo. El segundo, al otorgarles poder sobre los legisladores nacionales, les da la fuerza política para, en momentos de crisis, imponer exigencias a la Nación. La rigidez fiscal elimina la flexibilidad del Ejecutivo en la búsqueda de políticas nacionales sensatas.
La razón de este laberinto fiscal se encuentra en el exceso de discrecionalidad que el sistema argentino le otorga al Ejecutivo en la asignación del gasto nacional. El laberinto fiscal es la forma en que las provincias se aseguran que el Ejecutivo no desvíe fondos hacia otros propósitos que los acordados. El costo del laberinto fiscal es muy alto. Es por ello que para poder romper el laberinto fiscal es importante limitar la discrecionalidad del Ejecutivo en la implementación del Presupuesto.
La creación de un Organismo Fiscal Federal, como lo manda la Constitución, es un paso fundamental para cumplir ese propósito. A su vez, se debe independizar al Congreso del control de los gobernadores. Es necesario introducir normas electorales para que los legisladores sean electos en forma directa.
Estos dos cambios crearán un sistema federal más eficiente, con una política fiscal provincial más racional, un Congreso más profesional e independiente y un Ejecutivo más limitado en su discrecionalidad. Cambios que facilitarán el crecimiento sostenido



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